Capítulo #1 "Junta."

Janna siguió caminando, cada vez más rápido. Ahora estaba atenta y en guardia.
"Nadie. Nadie. Nadie. Nadie..." Dijo, mirando en cada calle a ver si había alguien. Se dió la vuelta rápidamente al escuchar un ruido, pero no era más que un gato. Bufó algo molesta. Pensó haber visto algo en la noche, pero negó con la cabeza.
"Imaginaciones mías."


Zyra no la miró.
-Has ido alguna vez a Cielo Eterno?-

Zyra suspiró.
-Imagino que al menos sabes quién es Sephiroth, no?-

Zyra no le hizo caso.
-Vamos a ir a ver a Sephiroth Korthel. Sabes cuántos hijos tiene?- Dijo, y rió. -Como cada demonio de energía. Quién sabe si tiene veinte hijos...-


Janna siguió caminando, hasta encontrar un rastro extraño, y sangre.
-Quieres jugar a un juego...?- Leyó en voz alta, con voz algo infantil. Miró al poste, y sonrió. -Qué? Quién pone el tablero? Podría matar a la gente de cinco kilómetros alrededor para tener espacio, quieres?- Dijo, mirando alrededor y hablándole al vacío.

-Tengo más de 1200 años.- Dijo Zyra fría. No por la pregunta, sino porque nunca hablaba de si misma, y esa chica no le agradaba. -Vamos, en marcha.-

Janna rió.
-No. Que te lo has creído.- Dijo, elevándose en el cielo. Empezó a tirar ráfagas de aire y manejar zarzas, buscando en todos sitios al chico. Suspiró, y se mantuvo en silencio un momento.
"Concéntrate..."
Detrás, a unos metros, sintió una presencia, así que se apresuró a acercarse. Cuando vió al chico, sonrió satisfecha, y empezó a tirarle rayos.


(Sí)
Zyra se volteó a ver.
-No tenemos tiempo. Así que apresúrate, o desaparece de mi camino.-

Zyra le miró.
-Ninguno de los dos va a venir si el conejo sigue aquí y ella sigue con la misma apariencia de niña idiota.- Dijo frunciendo el ceño, y se dió la vuelta para seguir caminando.

Zyra negó.
-Se va y lo vuelves a invocar en caso de necesidad o emergencia.- Exigió.

Zyra asintió.
-Bien.- Entrecerró los ojos y la observó. La tomó, moviéndola de lado a lado. Era bastante más alta que los humanos normales. Le miró el busto, el vientre, las piernas y por último la tomó de la barbilla, le observó el rostro y la miró fijamente a los ojos. Luego le tocó el pelo y lo olió levemente, con delicadeza. Le acarició levemente la mejilla. Todo lo hacía seriamente.
-Bien...- Dijo pensativa, mirando al horizonte.

Zyra la miró de reojo.
-Que eres preciosa. Eso nos vendrá bien...- Dijo, pensando en Sephiroth.

Zyra bufó.
-No. Vamos, nos queda bastante camino.-
Emprendió la marcha. Fue hasta el puente norte. Al cruzarlo llegaron a la isla del Aire, pero no se entretuvieron y fueron al puente norte otra vez. Al cruzarlo, llegaron a la isla del Hielo. Todo había cambiado tan solo a la mitad del puente. El viento era gélido, estaba todo cubierto de nieve y hielo, y el frío era más que castigador. No se veía nada, y Zyra lo estaba pasando bastante mal. Ella era del elemento fuego y tierra.
-Vamos.- Murmuró. Caminaron durante largo rato, hasta llegar a una ciudad. Al norte había un castillo enorme. Con las miradas de la gente clavadas en la espalda, atravesaron la ciudad y entraron al castillo. Zyra habló aparte con un guardia que asintió y los llevó dentro, donde el ambiente era cálido gracias a las centenares de chimeneas que había en ese recibidor.

-Pasad, os están esperando.- Dijo un guardia. Entraron a una habitación con una mesa alargada. En la punta cercana habían tres sillas. Zyra se sentó y esperó a los otros. Observó.
En la punta opuesta estaba Sephiroth. A su derecha estaba su esposa, y a su izquierda su heredero, Vergil. Al lado de su esposa estaban Dante y Nero, los hijos mayores. Luego estaban Caelum y Hope. Después Cassiopeia estaba sentada muy elegantemente, mientras a su lado Alice miraba al vacío con los ojos muy abiertos y Arya jugaba con sus manos al lado. Al último de todos estaba Leo, el hijo más pequeño de 6 años. Luego, del lado izquierdo, al lado de Vergil aunque separados por unas tres sillas, estaban los hijos bastardos. Cygnus, el primer hijo de Sephiroth. A su lado estaban Lynx, que miraba seria, Serah, que miraba tímidamente, y Vanille, que miraba curiosa, atenta y risueña. Luego, al último, estaban (y los reconoció con tristeza) Arc y Noctis. Zyra volvió a mirar a Sephiroth, que sonrió.
-Bienvenidos. Tomad asiento.- Les ofreció a Alicia e Ian.