Capítulo #1 "Junta."

Zyra ni la miró.
-Soy hija de un Dios, tengo más de mil años y soy la primer Elementum de todas.- Dijo, levantándose. -Si no quieres ser desterrada o asesinada...- Dijo, mirándola fíjamente. -... Será mejor que te calles.-
Nadie habló. Todos tenían demasiado respeto y miedo a Zyra. Ella los miró a todos.
-Alguien más quiere hablar?!- Gritó. Todos se estremecieron y se encogieron en sus asientos, mirando la mesa.
-Bien.- Sonrió Zyra satisfecha. Miró a Alicia con mala cara. -Siéntate.-

Uno de los hombres se levantó, recuperándose.
-Bien. Todos los de aquí están convocados para ser los líderes de los grupos de búsqueda, ya sea porque sóis archimagos, o criaturas especialmente poderosas...- Dijo. Zyra ni le miraba. Para ella nadie merecía que les mirase.


Janna caminaba por el centro. Se dió cuenta de que su madre no la había obedecido. Gruñó levemente. A su lado, la gente se apartaba o arrodillaba, y los sacerdotes les hacía peticiones. Ella no contestaba. Los ignoraba sin mirarlos.
"Dónde estará...?"

Janna bajó la mirada y se sobresaltó. Miró al chico y luego al perro. Se sonrojó y miró alrededor. Se agachó resignada y tomó al perro, yendo hacia el chico.
-Toma...- Dijo sin mirarle a la cara.


Zyra se levantó.
-Yo seré la líder encargada por ahora. Los que vayan a buscar aprendices conmigo que me sigan.-

Janna le miró un momento y se sonrojó.
-Eh... Sí.- Dijo, intentando no parecer debilitada. Fue hacia el callejón para tomar al perro. No había reconocido al chico.

Janna abrió los ojos pero no se dió la vuelta.
-Qué es lo que quieres?!- Le gritó. Luego se dió la vuelta, lanzándole un rayo de luz y alejándose más.

Zyra había empezado a caminar.
-Si quiere venir, será mejor que se transforme en su cuerpo real.- Dijo sin mirarla, seria.

Zyra la miró y gruñó.
-Me molestas.-

Janna le miró.
-Ya te dije antes que me daría igual matar a un inocente.- Dijo, miró al cielo, y se desvaneció.

Zyra pegó un manotazo en su dirección.
-Porque me molestas. Y punto.-

Zyra ni la miró.
-No necesito amigos. Sólo súbditos.-

Janna estaba en la plaza central. Ya estaba oscureciendo, recostada en uno de los bancos, mirando el cielo. El crepúsculo iba muy rápido, Janna hacía que aquello sucediese. Había hecho que empezara a llover.
-Por qué estás haciendo que llueva? No es temporada de lluvia según el calendario que tú misma hiciste.- Una voz inexpresiva sonó. Se escuchaba como tristeza y enfado juntos, como una mezcla extraña.
-Con la lluvia normalmente las ilusiones son más fáciles de detectar.- Dijo Janna con voz monótona.
-Y eso qué tiene que ver?-
-No preguntes.-
Hubo un momento de silencio.
-Morgana- la llamó Janna de repente, aún mirando el cielo. -, qué hace el primer ángel caído aquí?-
Morgana rió fría y malévolamente.
-Vengo a deshacerme de gente. Vas a impedírmelo?-
Janna se mantuvo igual, y estiró un brazo, moviendo la mano como si pudiera tocar el cielo.
-Tengo casi 1800 años. Todo porque cuando nací mi madre me congeló durante 1700 años. Y los Dioses tardamos el doble en crecer.-
-Y eso...?-
-Eso hace que mi madre me haya retrasado en todo lo que quise hacer, todo lo que quise probar y todo lo que quise vivir. Ahora los cristales amenazan con destruir el mundo, y seguramente seré de las primeras en morir, sin haber vivido ni tan solo un cuarto del tiempo que la mayoría vivió.- Dijo Janna, aún mirando el cielo, y moviendo la mano.
-Aún eres una niña.- Rió Morgana, y Janna se enfadó.
-No lo soy.-
-Qué piensas hacer con tu madre?-
-Si matase a tiempo a Diana, podría ser Diosa completa.- Dijo Janna sin expresión ni en el rostro ni en la voz.
-Pero no puedes.- Se rió Morgana burlona. Janna no dijo nada. La miró algo más curiosa. -Y... Qué quieres hacer con ese chico extraño?-
Aquella fue la primera vez que Janna la miró, con el rostro serio y el ceño fruncido.
-Nada.-

Estaba descansando, encima de un techo empinado, de algún local. Suspiro, para poder abrir los ojos, y toparse con lo que parecía, unas gotas de agua. Estas recorrieron su rostro, junto con otras. Y así comenzó el diluvio.

Una barrera mágica se formo de repente, manteniendo lo seco, por un rato. El cielo estaba oscuro, por tantas nubes que ocupaban el cielo azul.

Janna se levantó y se puso a caminar.
-Y ahora qué harás?-
-Buscarlo.- Dijo Janna sin expresión. Su piel olía a coco y su pelo a manzana. Morgana lo notó y se dió la vuelta, mirando la lluvia. Parecía una niña dulce, pero siempre se esforzaba por ser cruel. Posiblemente para ser como su madre, o para decepcionarla, o quizá... Para prepararse para la futura pelea que seguramente tendría con su madre.
Janna siguió caminando. Iba descalza. El pelo se le mojaba, y se embarraba los pies. Miraba directamente al cielo, mientras la cara se le empapaba. Las gotas de lluvia le resbalaban por la cara y le golpeaban el rostro al caer. A veces le dolían, pero al mismo tiempo no las sentía.
-Eres una Diosa Natural. No eres una semi-Diosa cruel.- Dijo Morgana. Janna se paró un momento, pero no dijo nada, y siguió caminando. No se despidió de Morgana, y ésta tampoco lo hizo. No lo necesitaban. Sabían que volverían a verse.
Morgana siempre era despiadada y cruel con la gente. Con Janna siempre era diferente. Sabía que le pasaba algo y por algún motivo, la respetaba. Ambas habían sufrido por varios motivos, y se entendían. Janna no se extrañó por lo que acababa de pasar, pero cualquier otro no habría entendido nada. Ahora, a Janna sólo le quedaba buscar al extraño para mantener a salvo a su pueblo. Varias veces habían entrado personas parecidas, y era ese el motivo por el cual sufrían ataques varias veces.
"No puedo dejar que vuelva a pasar..." Pensó Janna, cerrando los ojos, mirando hacia el suelo. Recordaba las caras de decepción de la gente cuando sufría ataques. Los niños desolados, y la gente que la miraba, pensando que los había traicionado. Fingía no interesarse, pero le dolía.
"Ni hablar. Tengo que encontrarlo."